Bajo el sol del mediodía y una temperatura que supera los 30 grados centígrados, una docena de niños desnudos, infestados por parásitos, acarrean los adobes que los mayores hacen vehementemente. María, de cinco años, recarga el ladrillo en su enorme y grotesco vientre. Su cuerpo rojizo y silencioso se mimetiza con la pila de adobes y con los adustos y desolados cerros de esta Montaña de Guerrero...
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