El alumbramiento feliz de una niña o un niño en la mayoría de los países del planeta es noticia de grandes titulares para la familia y, quizás, amistades íntimas; sin embargo, en Cuba, trasciende el ámbito personal, la comunidad… hasta convertirse en continuidad estatal iniciada desde la gestación misma del bebé.
Camagüey, la provincia mayor de la Isla, en los últimos cinco años estabiliza una tasa de mortalidad infantil inferior a 5 por cada mil nacidos vivos, envidiable para cualquier país del primer mundo, pero punto de partida para bajar el negativo indicador al mínimo, aun frente a severas limitaciones de alimentos y medicamentos, provocadas por el bloqueo de Estados Unidos y la crisis global también de factura made in USA.
A diferencia de antes de 1959, cuando la madre embarazada tenía dos opciones: parir con la asistencia de una comadrona o sin ella en el lugar donde viviera, la casa, la cayería costera , el paraje rural más alejado o trasladarse en lo que fuera hasta Maternidad Obrera en la capital provincial, hoy la estructura de la Salud garantiza la atención al niño y la madre en cualquiera de los trece municipios de la vasta llanura.
La lucha educativa para evitar el embarazo precoz en las adolescentes, marca el sincrónico engranaje del sistema de Salud prenatal y postmaterno que dispone en todos los territorios de consultorios del Médico de la Familia, hogares maternos, policlínicos y hospitales y el apoyo de las organizaciones sociales de masas, encabezados por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), bajo la fiscalización integral de los gobiernos municipales.
El año precedente en esta centro oriental provincia, ocurrieron 9 303 nacimientos de niños vivos y aunque el pronóstico de alumbramientos para el cierre del actual calendario será menor, las autoridades de la Salud extreman las medidas de atención a las embarazadas para cerrar el 2010 con un mejor indicador de vida del niño y la madre.
Las posibilidades sociales y económicas de las mujeres cubanas, indudablemente, inciden en la reducción de los nacimientos y del promedio de uno o dos vástagos por hogar, pese a que la Revolución alienta y protege la procreación, al extremo que los padres pueden acogerse al derecho de maternidad para cuidar los críos mientras sus esposas trabajan.
En Cuba entera, un niño al nacer tiene asegurado la inmunización de numerosas enfermedades prevenibles que en distintos países del mundo diezman anualmente millones de infantes. Desde los círculos infantiles, las enseñanzas primaria, secundaria, preuniversitaria y universitaria, tienen asegurados sus estudios gratuitos al igual que la atención médica y, por encima, de todas las carencias poseen prioridad alimentaria en la distribución de la canasta familiar subsidiada por el Estado.
En Camagüey, en Cuba, los niños de la Revolución, la Esperanza del Mundo, como los llamó el apóstol de América, José Martí, son la riqueza más valiosa, son ¡Intocables!... y eso lo saben hasta los enemigos de este modesto pueblo: Remember, el niño Elián González.
Cubagüeyano
Mil gracias a Estimado Rolando Sarmiento Ricart
Foto :Cubasocialista.com